Maestro de la emoción
El músico cinematográfico James Horner, uno de los nombres más solicitados para el cine de gran espectáculo en los 80 y 90, falleció el lunes a consecuencia de un accidente de avioneta. Su S312 Tucano MK1 de un solo motor se estrelló en el área costera del bosque nacional Los Padres de California. Horner viajaba solo. Tenía 61 años.El compositor es conocido, sobre todo, por su trabajo en Titanic, que le valió dos Oscar: uno a la mejor banda sonora y otro a la mejor canción (compuesta a medias con Will Jennings), My heart will go on, interpretada por Céline Dion. Pero son múltiples los ejemplos de películas populares que, sin su música, quizá no habrían sido tan populares: ahí quedan Star Trek II: La ira de Khan y Star Trek III: En busca de Spock, Aliens (El regreso), Juego de patriotas, Apolo 13, Braveheart, Una mente maravillosa... Las dos últimas también le valieron el Oscar. En total, estuvo nominado en 10 ocasiones.
En una entrevista concedida a Los Angeles Times en el 2009, Horner definió su trabajo como «asegurarse de que cada giro de una película sea sentido por el espectador en su corazón. Cuando perdemos a un personaje, cuando alguien gana, cuando alguien pierde, cuando alguien desaparece; en todo momento doy cuenta, constantemente, de lo que se supone que el corazón debe sentir». Horner era experto en hacer las emociones del blockbuster todavía más emotivas. Pero no se limitó a la épica espectacular: su carrera es enorme, diversa y heterodoxa, e incluye también un puñado de títulos infantiles (de En busca del valle encantado a Balto) y dramas escritos en letra minúscula (En busca de Bobby Fischer) o de oscuridad perturbadora (Casa de arena y niebla).
Sabía hacer lo que le pedían, pero también quería sorprenderse a sí mismo: véase el caso de Sneakers, un thriller tecnológico para el que buscó inesperados tonos jazz. No porque no supiera de electrónica. Él fue pionero del cruce de la orquesta con los sintetizadores en trabajos de los primeros 80 como Proyecto Brainstorm y Gorky Park, cuyos cedés marca Varèse Sarabande atesoraban como oro en paño los jóvenes aficionados a las bandas sonoras de la época.
HIJO DEL CINE
James Horner nació en Los Ángeles en 1953, en el seno de una familia ligada al cine. Su padre, Harry Horner, fue director ocasional pero, sobre todo, un reconocido director de arte, oscarizado por La heredera y El buscavidas.James estudió música en Londres y Arizona pero remató sus estudios en el sur de California. Tras dar un curso en teoría musical en la UCLA, se lanzó a la composición de música para el cine. Arrancó con cortos del American Film Institute y películas de bajo presupuesto producidas por Roger Corman como La dama de rojo, Humanoides del abismo y Los 7 magníficos del espacio. Otro de sus primeros trabajos fue La mano, el infravalorado segundo filme de Oliver Stone en la línea de El resplandor.
Su primera película de perfil alto fue Star Trek II: La ira de Khan, según parece porque Jerry Goldsmith, quien compuso la música de la primera parte, se había vuelto demasiado caro. James siguió a pies juntillas la indicación del director de Nicholas Meyer de hacer música para Horatio Hornblower en el espacio; más naval que cósmica. Y el resto, como suele decirse, es historia.
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